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 EN LA OSCURIDAD

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Dante Nett Spitt
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MensajeTema: EN LA OSCURIDAD   EN LA OSCURIDAD EmptyDom Jun 16, 2013 7:38 pm

EN LA OSCURIDAD


[Esta historia es algo larga y carece de el terror típico de una narrativa de terror. Pero espero y les guste, aunque hay partes un tanto fuertes, para personas de alta sensibilidad, se recomienda no leerlo (+18), pero no más que eso. Esto es un resumen de la carta de Juan Diakos, encontrada en un botadero de basura de la ciudad.]



 
16 de Junio
Mientras pensaba en Adriana, los perros de los vecinos ladraban detrás de la cerca, me dio por bajar de mi habitación a buscar un vaso de leche en medio de la oscuridad, no es que sea Juan-sin-miedo, sino más bien que gusta ocultarme y sentirme protegido  en ella, por llamarlo de alguna manera; así que al bajar, los perros seguían ladrando, tal vez serían ladrones, y la verdad eso no era algo que me asustara, soy algo imparcial entre lo bueno y lo malo, y el desinterés me gobierna. Si llegase a ser un ladrón, yo le detectaría antes, tengo la ventaja de conocer mi casa, de estar a oscuras, y además solo había dos maneras de ingresar, mediante la puerta de al frente o en todo caso, la trasera. Todas las ventanas tienen fuertes rejas metálicas, así que para intentar robarme, armarían un escándalo mediante ambas puertas lo que me daría tiempo para llamar a la policía mientras me escondía en el baño en desuso de la habitación de huéspedes. Sí, la verdad ya tenía algo planeado, poco me importaba el ladrido de los perros, de seguro se lo lanzaban al viento o algún otro celaje que se mueve por las sombras, un gato tal vez. En fin, al llegar al refrigerador, ya había olvidado totalmente a la chica, y recordé la imagen de algún tipo de duende o persona pequeña basada en un mal chiste que había hallado en internet, una imagen aterradora ante la historia que había leído, tan real y tan falsa como la sonrisa de la Mona Lisa. La música aterradora de su fondo vino a mi mente de golpe, y la sonrisa de aquella imagen, realmente era algo que me aterraba, imparcial o no, soy alguien que le teme a lo desconocido cuando me siento vulnerable, y en ese instante me sentía así. Al sacar el cartón de leche del refrigerador y dar la vuelta, los perros dejaron de ladrar, acto seguido empezaron a aullar mientras un terrible escalofrío comenzaba a rodearme, y de paso recordaba la imagen. Su versión blanca, espectral, fugaz, de ojos profundamente blancos, parada bajo el marco de la puerta; me bastó menos de un segundo para que yo bajara la mirada, y gritara levemente. Me decía a mi mismo: -No hay nada ahí, no hay nada ahí!- Su música se oía en mi mente, pero la cambié por algo más, lo que fuese serviría, y pensé en música de Red Hot Chili Peppers. Levanté la mirada y solamente vi que detrás, muy al fondo del marco de la puerta, había una toalla blanca sobre el sofá; aunque fuera de rango, para mi rápido mirar esa había sido la razón de mi equivocación, y mi trauma con esa historia la razón de lo que había visto. Puse la leche sobre la mesa, me senté y cerré los ojos, pero solo para abrirlos inmediatamente, no quería parecer vulnerable sin ver lo que sucedía a mí alrededor. Entonces, los perros dejaron de aullar, todo estaba sereno, tranquilo, nada sospechoso. Supe que algo andaba mal, cuando los perros empezaron a gruñir,  eso no era una muy buena señal pero intenté no pensar en ello, no arruinarían mi accionar; me levanté y me dirigí a la alacena para sacar un vaso y galletas, las cuales, sumadas al cartón de leche, forzadamente quise llevar a mi habitación; mientras subía las escaleras, escuché a los perros ladrar una vez más, pero sus ladridos se alejaban, como si siguieran algo que se movía lejos de aquí. En fin, una vez arriba, encendí mi laptop y me puse a investigar un poco sobre hechos paranormales, masoquistamente hablando, para saber cosas nuevas, e infringirme miedo. Soy como un adicto a estas cosas, mientras más miedo sienta, más miedo deseo tener. Vi imágenes, escuché relatos, música y sonidos en toda clase de páginas de terror o de estudios parapsicológicos o paranormales.  Pero no resistí, y quise ambientarme en algo distinto, así que entré a Hi5 y me puse a jugar en sus jueguitos mientras chateaba con algunas personas. Al cabo de una hora, rodeando la 1:00 am, decidí cerrar mi laptop, no estaba para nada tranquilo, pero al menos los perros ya no ladraban.
Una semana después, durante el día toda mi rutina diaria transcurrió normalmente: amigos, estudios, trabajo, todo muy aburrido; llegué a visitar incluso a mi primo Martín y a su hija Jenny, a mis amigos de colegio Carlos y Fer, pero no más. Al llegar la noche, volví a sumergirme en la oscuridad, esta vez solo recibiendo la luz de mi televisor mientras yo descansaba recostado sobre el sofá de la sala de mi casa. Eran exactamente las 10:00 pm, y la noche no estaba tan oscura realmente, había muchas estrellas en el cielo, y alumbraban perfectamente el lugar. Así que simplemente decidí tomarme la noche viendo series, pero el sueño me ganó. Muy pocas personas sabrán lo que es experimentar una parálisis del sueño, cuando tu mirada queda apuntando hacia un televisor que antes estaba encendido. La sensación de la parálisis en sí, es terrible, mucho peor si subconscientemente sabes que el objeto que observas, pasó de una gama de colores a un simple color negro, porque sí, la pantalla era negra; tal vez un juego mental, o quizás algo peor, realmente nunca te terminas de acostumbrar a esas parálisis. Entonces, solo quedó aguardar hasta despertar, no era la primera, pero tampoco sería la última vez; luego del algún momento, desperté. En un principio era extraño, escuché un grito terrible, luego solo escuchaba voces y me estremecí, hasta que abrí los ojos y vi el televisor encendido. Nada fuera de lo normal, las voces y todo provenían del televisor. En fin, tocó aceptar que todo había sido una simple anomalía del estado paralítico temporal en el que había estado, aunque realmente todo se sentía frío, había un ambiente pesado, como de muerte, aún así los perros no emitían ni un solo sonido. Así, sin más apagué el televisor y me retiré al baño, para terminar en mi habitación donde corroboré la hora: 10:14 pm. Lo que significaba que tan solo había estado así por al menos 10 minutos.Al día siguiente, muy de mañana escuché las sirenas de la policía, y como no, me levanté de la cama notando que el sonido provenía de al frente de mi casa. Pasó por mi mente la idea de los ladrones pero, muy desinteresadamente, simplemente encendí el ordenador, necesitaba una dosis de porno o algo que saciará mis ansias de desahogo sexual. Realmente, no sé porque estaba así, muy pocas veces me sucedía, como deberían saber, soy un chico de 23 que vive solo porque sus padres murieron, no tiene novia y no tiene un alto sex-appeal que digamos. Así que, sí, me empecé a masturbar. En pleno proceso, alguien tocó a mi puerta, 3 veces, obviamente pensé: Es la policía, serían las 6:35 am aproximadamente. Intenté apresurar mi ritmo frente al ordenador, pero nada, he; realmente debí levantarme e ir a atender la puerta, pasando antes por el baño para lavarme las manos y la cara por lo menos, estaba hecho un asco, dado que recién me levantaba. Al llegar a la puerta encontré a dos agentes de la policía, quienes me interrogaron, primero pidiendo mi nombre luego preguntando que sabía del homicidio de la noche anterior.
Yo: -¿Homicidio? ¿Aquí? ¿Cómo es eso posible?-
Oficial: -¿No está enterado? Anoche mientras dormía, su vecina Laura Domínguez fue violada y asesinada-
Yo: -¿QUÉ? Osea, disculpen es que, me parece increíble que a alguien como ella… ¿Cómo alguien pudo hacerle algo como esto?-
La señora Laura era una vecina de al frente de mi casa, que representaba todo lo bueno, amable y bondadoso del vecindario, sus 89 años hacían de ella una persona tranquila que solo se sentaba allí en su sillón saludando y regalando maní tostado de vez en cuando. Luego de interrogarme, se fueron y subí a mi habitación. Mi despertador marcaba las 6:14 am. Muy extraño.
Al anochecer de al menos 3 días después observaba las estrellas desde mi patio trasero, eran al menos 10:20 pm. Se me hacía muy grato y fácil verlas, dado que estaba en medio de un apagón eléctrico. En un momento determinado escuché una voz. Me encantaba sentarme por largos ratos a observar las estrellas desde mi patio trasero, y otras veces desde la ventana de mi habitación. Esta vez decidí estar en el patio, los perros de los vecinos parecían estar muy calmados, hasta el momento en que escuché la voz; era algo casi imperceptible, me levanté despacio, intentando adivinar de donde provenía, pero entonces los perros empezaron a aullar; netamente ese pequeño y estúpido suceso fue suficiente para que me levantara y quisiera entrar en mi casa. Caminé un tramo, pero no lo hice. Me recosté de espaldas a la pared, y observé las estrellas, tan brillantes, tan únicas, inalcanzables y de movimiento casi uniforme y muerto para nuestros ojos. Era un ambiente tranquilo, ni siquiera noté en qué momento los aullidos de los perros se convirtieron en gruñidos, muy leves y tenues. Mucho menos noté aquella voz que una vez más me habló y no entendí. Solo observaba las estrellas, y como de una de ellas una luz se aproximaba, se engrandecía, mientras las demás tomaban un tono rosa y lentamente empezaban a moverse aleatoriamente hasta crear un cuadro inestable de objetos brillantes. Solo tardó 10 segundos en que la luz llegara a ser tan grande como para cegar mi panorama, tan solo para devolver todo a la normalidad, entonces volví en sí, porque estaba realmente tan hipnotizado por su luz, que no noté en qué momento habían cambiado todas de lugar, y lo que es más, como yo había pasado de estar a 4 metros de la silla… a la silla. Otro cambió demasiado chocante que noté, fue el clima: Como si el frío hubiese solamente caído y de golpe hubiese aplastado al clima fresco que hace unos segundos sentía. Todo esto era extraño. Me sentía muy cansado, y los pies me dolían como si hubiese corrido en una maratón, pero de seguro se trataba de las clases de deportes que había tenido en la mañana, no era muy apegado a los deportes realmente. Por ello, decidí regresar a dentro y subir a mi habitación. Una vez allí, al acercarme al filo de la cama, observé mi despertador súbitamente, solo para descubrir que eran las 3:13 am. –¿Qué dem…?-Estaba realmente impresionado, la última vez que salí y vi la hora, eran apenas 10 de la noche, deberían ser alrededor de las 10:20 o 10:40 exagerando. Nada de esto tenía sentido, me asusté por un instante, hasta que por mi mente paso la idea de: Y si… ¿me quedé dormido? Claro! Esa era la única explicación lógica, aunque eso no explicaba de lleno como había llegado del suelo a la silla, era lo más cercano a una razón lógica; y sonreí al darme cuenta de que aún en los casos más extraños, podría darle una explicación viable a todo, o en todo caso ese pensamiento me ayudaba a no pensar en teorías fuera de lo normal. De ahí en adelante, fue terrible, tuve pesadillas en lo que restó mi noche de sueño. Recuerdo escuchar gritos, y cosas así, pero nada estaba claro. En una de esas, me vi a mi mismo, pero todo maltratado y desaliñado, caminando por lo que parecían los pasillos de un hospital, con las paredes sucias, y el suelo húmedo. Entonces, me encontré frente a un espejo, donde podía ver mi imagen, pero con un mejor aspecto, bien peinado, sin suciedad sobre mí. De a poco los pasillos se fueron oscureciendo mientras unas campanas sonaban rápidamente, haciéndose cada vez más fuerte su ruido. El espejo se rompió. Desperté.
Al abrir los ojos, lo primero que vi me hizo brincar del susto, pero nada de qué alarmarse, mi teléfono móvil  estaba al lado de mi cara, y sonaba; a eso los sonidos en mi sueño, era una llamada, a las 4:30 am, una hora de sueño más o menos, y mi sueño se veía interrumpido por una fatídica llamada. Respondí, y era mi amigo, Darío, quién, para empeorar la noche, me dijo que su hermana, Adriana, había sido asesinada. Me sorprendí al inicio sin saber que decir, y aunque no pude reaccionar rápido, el llanto me llenó los ojos y enmudeció mis cuerdas bocales. Yo la conocía, era mi amiga, era una chica especial, era la chica a quien amaba, la chica a quien nunca le dije lo que sentía y ya no podría jamás. Le pregunté si deseaba que fuera allá, y me dijo que no me preocupara por él, pero de todas maneras fui. No me importaba la hora, en todo caso, mi noche no se podría arruinar más. Además, esto sí era importante, mi sentido de moral se había activado de alguna u otra manera. Yo amaba a Adriana, en secreto, porque nunca se lo dije, siempre pensé que era muy poca cosa para ella. Nunca supo de mis sentimientos, o al menos eso creo.
Mientras viajaba, recordé el día en que mis padres habían muerto, ambos asesinados mientras dormían en casa, hace ya 4 años. Dicen que las únicas huellas que hallaron fueron las mías, todo porque fui yo quien los encontró al volver de la fiesta donde me encontraba. Debido a faltas de pruebas contra mí, y la declaración de testigos a mi favor, rápidamente fui excluido del caso como sospechoso. Amaba a mis padres, aunque no era muy apegado a ellos. En una de esas pocas conversaciones con mamá, recuerdo que hablamos de Fernando, mi hermano. Él nunca nació, pero de haberlo hecho, seriamos hermanos gemelos; él murió dentro del útero de mamá conmigo al lado suyo. Eso siempre me puso algo nervioso y triste, pero no me importaba, aún así, cada vez que lo recordaba, era como si algo dentro de mí lo extrañara y me ponía melancólico, pero no más que ello, mi vida continuaba normal.
Hace 4 años que no perdía a alguien tan cercano, así que no me sentía nada bien. Recuerdo que en un momento determinado me puse a pensar en cómo o porque alguien haría algo como asesinar a personas inocentes, era inescrupuloso, y me respondí: -Todos somos así!- Porque ciertamente todos algunas vez somos así… pero… no! Eso no era una sentencia válida de mi parte.En verdad que hablar conmigo mismo no es más que un acto de crítica y reflexión. Pero esa última respuesta, no parecía provenir de mi propia mente, no de mi conciencia, no de mí, aunque la había escuchado en mí. Continué reflexionando y pensando en una y otra cosa, hasta llegar a la casa de Adriana en plena ciudad, a tan solo 3 km de mi hogar. Muchos curiosos se habían abultado alrededor allí, pero logré pasar cuando Darío me vio llegar. La escena era horrenda, no soporté ver mucho; como en una película de terror, esto había sido una masacre sin piedad ni escrúpulos. Muebles, pinturas, mesa, televisor, todo estaba manchado de sangre; además sus retos, había sido cruelmente mutilada, sus brazos, sus piernas, estaba totalmente desnuda, desfigurada, con restos de viseras, entrañas, y todo fuera de ella, esparcidas por todo el lugar, o al menos así parecía… No pude ver más, no sé si exageré o no, pero eso fue todo.
Al no soportar horrenda escena, salí junto con Darío, y en eso, me choqué con un policía.
Oficial: -Yo a usted lo conozco-
Era uno de los policías que me había interrogado aquella mañana de la muerte de la Señora Laura.
Yo: -Oficial ¿ya saben quién es el culpable?-
Oficial: -No. Pero a mí se me hace muy sospechoso encontrarlo aquí! ¿Qué hace en este lugar?-
Yo: -Soy amigo de la familia, Oficial-
En eso Darío se acercó y aclaró todo. Nunca más volví a ese lugar.
Al regresar a casa, mientras viajaba después de haber pasado lo que restaba de la madrugada con Darío y su familia, empecé a recordar que en el lugar había un proyector en la parte superior trasera del sofá donde estaba el cadáver de Adriana. Pensándolo bien, ese proyector me hacía recordar las estrellas que cada noche observo, era extraño, como si, tuviesen alguna relación.
Terminando de pensar en ello, aún siendo las 6 am, para mi mala suerte, volvió a aparecer el duendecillo de hace casi dos semanas atrás, en media carretera.
No sé qué sucedió. De repente me vi sentado  en una mesa, con dos sillas, donde el otro ocupante era yo mismo; y así como en el hospital de mi sueño, una versión estaba limpia y de buen ver, mientras que la otra sucia y desaliñada. Ambos estaban en silencio, así que por razones obvias pensé que estaba en un sueño, y por la posición de mi perspectiva, yo no era la versión pálida y demacrada. Ninguno de los dos hablaba, así que intenté empezar.
Yo: ¿Qué significa esto?-
Al notar que mis acciones y palabras estaban bajo mi control total, y no el de mi subconsciente, caí en cuenta que tal vez no estaba soñando. Y al parecer, inmediatamente descubrí eso, mi clon “malvado” lo supo también, dado que levantó la mirada y sonrió brevemente antes de bajar la cabeza y pasar de la alegría a la amargura. Él era yo, con los brazos caídos sobre las piernas, y la mirada perdida. Se rostro denotaba tristeza, sus ojos odio y confusión. Posiblemente, yo estaba lidiando con algún tipo de sueño subconsciente, donde me encontraba con mi lado oscuro lidiando términos y demás. Bueno, eso sonaba un poco lógico. Entonces empezó a hablar.
Él: -¿Esto? Significa que… ya somos casi uno!-
Guardé silencio esperando que continuara, pero no lo hizo.
Yo: -¿Y no somos uno ya?-
Él: -No… tú… tú eres el único… él único con vida propia-
Yo: -¿Y tú?-
Él: -¿No comprendes cierto?-
Yo: -No ciertamente-
Él: -No soy tú, ni una parte tuya. Pero vivo dentro de ti ¿Acaso ya te olvidaste de mi?-
Y empezó a votar lagrimas, lentamente mientras me observaba con cierta determinación, como esperando que recordara algo que no podría. Estaba observándome a mí mismo pedirme algo que no podría recordar ni por más que me lo pidiera; nada de esto era claro.
Realmente ya no estaba tan seguro de si estaba en un sueño, o en la realidad; charlando conmigo mismo, o con alguien totalmente diferente a mí. Sentía confusión.
Él: -¿Confusión? Acaso no ha bastado, todo lo que he hecho para demostrarte lo que valgo… lo que quiero-
Era como si leyera mi mente, o supiera que sucedía en ella. Pero claro, era parte de mi subconsciente, mis pensamientos aquí eran como mis palabras. Aún así, yo me observaba, y sentía más que extrañeza: familiaridad. Era como si aquella persona, fuese alguien diferente a mí, y sentía algo de lastima por él.
Yo: -¿Qué es todo esto?
Él: -Nuestra mente-
Yo: -¿Quién eres tú?-
Bajó la mirada.
Él: -¿No me reconoces?-
Y entonces, así de la nada, desperté, en la silla del comedor de mi casa. Con el sol en pleno ascenso entrando por las rendijas de las ventanas, indicando al menos las 9 am.
Me sentía mal, me dolía el estómago, el ambiente aún con toda la luz, me parecía tétrico, ni un sonido, un eco, ni una manifestación de vida cercana; el clima no era para nada cálido, estaba todo helado, frio, seco. Tuve que correr al baño a vomitar, al hacerlo pude notar que en los retos se podía apreciar sangre, y al tocar mis labios, netamente había expulsado algo de sangre. Luego de ello, levanté mi mirada hacía el espejo, solo para encontrarme todo pálido, con el cabello desarreglado y sucio, con ojeras inmensas; la misma imagen de mi sueño, exceptuando mi vestuario, el cual era el mismo de la madrugada anterior, en la casa de… Adriana. Volví a vomitar.
Aún no podía creer que ella había terminado de esa forma, simplemente era inconcebible. Me tiré al suelo, recostado de espalda contra la pared. Lloré. Me dolía esto, como nunca antes me había dolido la pérdida de alguien. Estaba demasiado destrozado.
Pasó al menos un mes, antes de que yo volviera a dormir en paz. Durante ese tiempo, tuve pesadillas en las cuales veía a Adriana ser asesinada una y otra vez, de una y mil maneras distintas, y yo tratando de enfocar mi vista en algo más, observaba el proyector sobre su cabeza. De a poco fue desapareciendo ese trauma de cada noche. Así, todo fue normal, hasta la noche del 31 de Julio.
Los perros ladraban muy fuertemente esa noche, y eso la verdad ya no me alteraba, me sentía muy bien bajo toda esa oscuridad. Estaba en mi habitación, investigando sobre hechos paranormales, espíritus, personalidades múltiples, perfiles asesinos, ovnis, la vida, la muerte, religiones, creencias, los sueños, las pesadillas y así un sinfín de cosas más. Muy pocas cosas llamaban mi atención esa noche, ni el ruido de mis vecinos, o sus perros, los autos de la calle; estaba ensimismado en mi mundo.
Realmente, buscaba distraer mi mente de ella, Adriana, pero esto aunque no lo empeoraba, no la alejaba de mi mente. Aún no encontraban tan siquiera pistas para señalar a un sospechoso, al parecer el tipo no dejaba huellas, allá a donde iba. Eso me frustraba, me hacía enojar, sentir impotente,  furioso, pequeño y débil, como si de un niño que acaban de golpear se tratase.
Esa noche, me acosté entre las 11 pm y 12 am. No recuerdo, solo recuerdo haber estado llorando. Enojado. Aunque ya no podía reconocer si era por Adriana, o algún otro motivo. Los perros aullaban.
La que sería mi peor pesadilla, se presentó esa fatídica noche. Me encontraba yo en una ventana, observando desde fuera un dormitorio semi-oscuro. En él, una niña descansaba tranquilamente sobre su cama, hasta que la puerta empezó a abrirse lentamente. Un hombre vestido con un impermeable negro, entró, y al acercarse a la cama observó detenidamente a la niña. Supe enseguida que algo andaba mal, que algo malo le sucedería a la niña, y quise detenerlo, pero yo estaba inmóvil, sin poder gritar, sin poder hacer nada más que escuchar a medias, y observar. Ella se despertó, y lo observó con algo asustada antes de abrazarlo. Realmente, mis lados sucio, depravado, morboso, oscuro y degenerado, no tenías las más mínimas ganas de detener lo que a continuación sucedió.
La niña se acercó a besar al extraño, y este fue palpando su pierna hasta llegar a la cintura de su pijama, para introducir su mano allí y bajársela. Siguieron besándose mientras que el hombre se quitaba el impermeable, y… Vaya que disfruté todo. No me es grato, ni ético detallar lo que sucedió, porque sí, era una pequeña y un adulto, teniendo sexo con el consentimiento de ella. No sabía si seguir observando por el morbo y lo excitante del caso, o si girar, o cerrar los ojos por lo sucio, poco ético y la falta de moral que estaba presenciando. Disfruté cada momento, y sentí todo, como si yo fuese esa persona. Una vez terminó todo, la niña descansaba sobre su cama, totalmente desnuda, mientras que el hombre se ponía sus atavíos de nuevo. Y entonces, lo vi sacar un cuchillo, mientras me miraba directamente, llorando:
-Ahora es tu turno hermano-
Y desperté.
En la habitación del sueño.
Sucio de sangre por doquier.
A mi lado, la niña, mi sobrina Jenny de 8 años.
Totalmente desfigurada.
Una navaja había sido clavada en su vagina y cortado hasta su vientre donde aún se mantenía firmemente clavada. Su rostro, un cuadro horrendo; en lugar de ojos solo había dos cuencos de los que aún brotaban algo de sangre, su boca carecía de labios, lo que permitía visualizar su dentadura, inclusive su boca había sido extendida hasta debajo de los lóbulos de sus orejas; en su frente un enorme agujero de navaja se dejaba ver entre tanta sangre. Sus brazos habían sido abiertos de par en par desde la muñeca hasta la parte anterior a los codos, mientras que su mano izquierda no estaba presente. Su cuello había sido rebanado, pero aún se mantenía junto a su cuerpo. Las piernas tenían cortes aleatorios, por sobre todo en la parte interior de los muslos.
Dibujo de Jenny Diakos adjunto a la carta de Juan:
 
No puedo describir mi sentimiento. No puedo decidir que pensaba o que sentía. Recuerdo haber estado en shock, atónito, callado, a punto de colapsar. Me levanté y me vi allí, vestido con el impermeable negro, y usando unos guantes negros que estaban todos llenos de sangre. Todo frente al cuadro más enfermizo y repugnante que pudiera haber visto yo en toda mi vida. Colapsé, y al hacerlo vi al duende acercarse lentamente hacia mí, notando por poco que no era una especie de duende, sino un niño, quien poco a poco se desvanecía junto con todo alrededor mientras perdía el conocimiento.
Me encontré en la sala de mi casa, esta vez todo estaba oscuro, y las paredes simulaban el mismo ambiente que las de mi sueño del hospital. Solo había una mesa y junto, dos sillas. En una estaba yo, mientras que en la opuesta, como no, estaba Fernando, algo asustado, y tímido.
Yo -¿Cómo es posible?-
Fernando: -¿Aún… Aún no lo recuerdas?-
Me sentía mal, enfermo, loco, desesperado, ansioso, y por más que Fernando se pareciera a mí, lo estaba odiando. Me odiaba a mí, y lo odiaba a él, aunque no sabía porque.
Yo: -¿Qué se supone que deba recordar? ¿PORQUÉ ME HACES ESTO?-
Fernando: -Recordar… Cuando nos conocimos, cuando éramos una sola conciencia en dos seres distintos-
Yo: -Tú deberías estar muerto. Lo que es más: Estás Muerto!-
Fernando: -Mi alma, ella está muerta, pero yo no, yo estoy aquí, contigo-
Yo: -Y eso ¿Qué se supone que signifique?-
Fernando: -Yo, soy una conciencia, que ha vivido dentro de ti desde que naciste porque alguien o algo así lo quiso. Nuestro ser, nuestra inocencia, nuestra conciencia espiritual, en lugar de ser una en dos cuerpos; fue dividida en dos para UN solo cuerpo-
Entonces se pausó mientras bajaba la mirada, para cubrir con su mano derecha su naciente llanto. Mis lágrimas, aunque no entendía porque, también empezaron a rodar.
Yo: -Siempre has estado conmigo, hemos estado juntos ¿Por qué recién te manifiestas?-
Fernando: -Hemos estado juntos. Pero, nunca al mismo ritmo. Mientras tú aprendías a gatear, yo solo veía oscuridad; mientras tú aprendías a hablar, yo aprendía a escuchar; mientras tú crecías, yo solo observaba; mientras tú reías, yo me confundía; mientras tú aprendías a vivir, yo veía más oscuridad; mientras tu amabas, yo odiaba. Nunca fui un alma libre, como dije: No tengo alma, solo soy un parásito dentro de ti a quien siempre la información le llegaba a medias. Hasta que decidiste crecer, y esconderte en la oscuridad, alejarte de todos. Vivir pensando en lo oculto, en la depravación, en lo banal; te cegaste, y solo veías oscuridad de una u otra manera. Eso me ayudó a ver mejor a mí…-
Sin siquiera entender porque, Fernando empezó a girar su cabeza de un lado a otro. Parecía una niño, pero si realmente todo lo que decía era verdad; debería ser como un niño, eso, me ponía muy triste. Mi hermano gemelo, era un ser dentro de mí, y por más que intentaba tomarlo como algo supernatural; me entristecía el hecho de saber que él nació conmigo, pero no creció conmigo.
Fernando: -Como decía, yo vi mediante esos ojos, y pude empezar a correr, a caminar, a vivir. De alguna u otra manera, desarrollé un alma, un espíritu para ser libre. Y quise vivir y experimentar según tú me lo permitías. Lo que aprendías con el miedo, yo lo tomaba, y me gustaba, la depravación, la suciedad, la oscuridad, la muerte. Ciego y lleno de ODIO! Aprendí a ser todo lo que tú temes, lo que niegas ser, empecé a ser tu lado contrario con conciencia propia!-
Yo: -¿Tú mataste a Jenny? ¿Cómo? ¿Porqué?-
Las lágrimas rodaban por mis mejillas tan solo de recordar a Jenny. Pero entonces caí en cuenta yo solo de que la única manera de que Fernando hiciera algo sería usándome.
Fernando: -Jenny. La pequeña bastarda. Ella, no es hija de la familia, Martín no lo sabe, pero él no es el padre. Jena lo engañó-
Yo: -Y aún si eso fuese cierto, ¿por qué debías matar a alguien como ella? ERA SOLO UNA NIÑA-
Fernando: -¿No recuerdas nada cierto? Los demás asesinatos. Y la niña… Era una maldita bastarda, no podía pensar tan siquiera en como una persona que no lleva nuestra sangre puede vivir entre nosotros, mientras que yo… no se me dio oportunidad-
Yo: -¿La mataste porque no tuviste oportunidad de vivir? Estás enfermo!-
Fernando: -No hermano, solo soy lo que tú desechabas-
Yo: -Yo no soy así-
Fernando: -¿Recuerdas la noche que murieron papá y mamá? Tú los asesinaste-
Yo: -Eso es mentira, recuerdo haber estado toda la noche en la fiesta; todos me vieron ahí, hay testigos-
Fernando: -¿Olvidaste el cóctel de limón que alteraste?-
Me quedé callado. Pensando, recordando. Esa noche, esa tarde… No había ido a una fiesta, me había escapado a ella. Mis padres, no quisieron dejarme ir, por miedo a que algo me sucediera, sobreprotección. Entonces, en un instante dado, alteré el cóctel de limón que todos bebían, los drogué temporalmente a todos, de todas maneras, nadie aún sin drogas, se daría cuenta de mi falta de asistencia. Recuerdo haber salido corriendo por la parte trasera, haber sacado unos guantes negros, un pasamontañas y un anorak de un bolso que había escondido en el patio trasero de la casa de la fiesta. Al llegar a casa, mis padres ya dormían, pero… Esos pensamientos, esos recuerdos… No me pertenecían.
Yo: -Yo no hice eso!-
Fernando: -Sí lo hiciste! Estabas tan deprimido y triste creo, que te drogaste junto a los demás, y por el efecto de la droga olvidaste todo lo que habías hecho. Sí, esa noche yo te ayudé, yo observé yo sentí: Ibas a asesinar a nuestros padres, a los desgraciados que no me permitieron vivir, a la vieja puta que vivía fumando durante su embarazo, y al viejo imbécil que se lo permitió. No sabes cuánto odiaba a esas personas. NUNCA SE ACORDARON DE MI! En nuestros cumpleaños, todo te lo daban a ti, nunca me nombraron, nunca existí para ellos-
Yo: -Pero yo no…-
Fernando: -Inconscientemente o no, tú lo deseabas; yo solo te di las fuerzas para hacerlo-
Entonces, reaccioné.
Yo: -Espera, hablas de otros asesinatos. ¿A qué te refieres?-
Fernando: -No pudiste haber olvidado ello. La vieja Laura y la zorrita de Adriana-
Yo: -No pudimos… No es posible! Yo estaba dormido mientras asesinaban a la señora Laura! Y aunque eso fuese cierto, Adriana vive a 3 km de mi casa! El auto nunca lo moví, porque para cuando fui hacía allá, seguía intacto! No inventes cosas! YO NO PUDE HABER MATADO A ADRIANA!-
Fernando: -Pero lo hicimos. Mientras pensabas que dormías en tu casa, solamente me estabas dando permiso para hacer lo que yo quisiera. Me dabas permiso para vivir-
Yo: -En tan solo 15 minutos no pudimos haber hecho eso-
Fernando: -Pero si todo sucedió en 45 minutos! ¿Recuerdas la mañana siguiente? ¿Cuándo despertaste? Eran las 06:35, y luego de hablar con la policía, las 06:14. Tu reloj está alterado, y no gracias a mí. Simplemente, el destino te jugó una mala pasada. Realmente eran las 06:44, lo mismo sucedió la noche anterior, cuando fui por la vieja esa. Ya me tenía harto vela actuar como la mujer ejemplar del vecindario. Ella te daba dulces y cosas desde que eras pequeño, yo perdí todo ello por culpa de mi madre, malditas mujeres. Nunca nos han entendido. Así pasó con Adriana-
Yo: -Eso no explica en NADA lo de Adriana. YO NO PUDE HABERTE PERMITIDO ESO. No pudiste-
Mi llanto ya era algo inevitable y visible a toda vista.
Fernando: -Todo fue tan rápido. No usamos el auto, usamos nuestros pies. Caminamos. Y nadie nos vio…-
Yo: -¿Porqué ella?-
Fernando: -¿Porqué ella? Porque ella fue la única a quien quisiste, y quien nunca te amó. Te hice un favor, ella se revolcaba con tus amigos, y tú no hacías nada, tus sentimientos más oscuros, esos me alimentaban. Además, no puedes negar las miles de veces que deseaste tenerla. Yo te cumplí ese deseo. Esa noche, mientras mirabas las estrellas, te caíste dormido, y yo fui donde ella. Veía una película desde su proyector. Todo fue tan rápido. Estuve con ella, sin siquiera forzarla. Y luego la asesiné. Ahí frente a la luz del proyector-
Yo: -No… no… NO!-
Fernando: -Lo siento hermano. Así es. Vivo para morir, mientras que tú mueres por vivir; irónicamente antes hacíamos todo al revés-
Yo: -Te odio-
Fernando: -Te amo hermano, pero ya es hora de que despiertes-
Y al verle a la cara, solo pude apreciar una sonrisa mórbida, mientras sus ojos se tornaban oscuros y todo se volvía tenuemente oscuro. Desperté.
Estaba en el auto de la policía, siendo trasladado a la estación de policía. Una semana después se logró comprobar mi actuación en los tres crímenes en base a declaraciones nuevas basados en la mi ropa y la sangre hallada en ella, realmente, nunca supe de donde salió ese atuendo. Declaré toda la verdad, sobre mi hermano; nunca me ha gustado mentir, y ya había pensado que si algo así me sucedía alguna vez, no declararía más que por la verdad científica, pero esta vez, no fui yo solamente quien declaró, sino también él, Fernando. Perdí amigos, gané enemigos. Lloré, sufrí, pero por sobre todo aprendí a olvidarme del mundo, y ver que hay personas más importantes a quienes prestarle atención, como por ejemplo mi hermano. Me declararon demente, con problemas mentales, y fui enviado al Hospital Psiquiátrico de la capital. Se me dio sentencia de por vida allí, pero recientemente, por buena conducta, de cadena perpetua, la condena se está rebajando a tan solo meses. Llevo 6 años aquí, y me dijeron que en pocos meses saldré, pero realmente hace un año me vienen diciendo lo mismo. Tan solo esperaré.
Mi hermano sigue aquí conmigo. No pude cambiar su forma de ver el mundo, pero gracias a que todos me dieron la espalda, él está logrando hacerme cambiar mi forma de verlos a ellos. Fernando no es un niño salvaje y mal educado. Es solo el reflejo de lo que la sociedad rechaza, de lo que piensa que muere, y sigue vivo; de lo que la gente olvida, pero sigue allí, observando, aprendiendo de la peor manera lo cruel que es el mundo.
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Dibujo de Juan y Fernando adjunto a la carta


 
Escribo esta carta, y dejo que el viento sepa a quien se la envía. Yo y mi hermano ahora vemos el mundo de otra manera, probablemente, como escuché por ahí, no salga vivo de aquí, pero si yo muero; ya hay alguien más que tomaría mi lugar. Y él no tiene alma alguna que sustente este cuerpo, solo un espíritu que cada vez se alimenta más y más de la oscuridad de este mundo.
-Juan Diakos
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